La cantante peruana, hija de Sixto Chávarri y Emilia del Castillo Atahualpa, creció con los bellos paisajes de Ichocán, Cajamarca en su infancia.
Desde los inicios de su carrera, aseguró ser
descendiente directa de Atahualpa -el emperador Inca que llevó al Tawantinsuyo
a su mayor esplendor-, hecho que posteriormente fue confirmado por el cónsul
general del Perú en los Estados Unidos de América, José Varela y Aria, el 23 de
mayo de 1946.
Su talento fue descubierto en noviembre de
1950, por un empleado del Gobierno cuando ella cantó, a los 13 años de edad, en
un festival realizado en su pueblo natal ante 25 mil espectadores; según recoge
el diario La Crónica.
Posteriormente, Yma Sumac consiguió el éxito
cantando en los principales escenarios del mundo, por su inusual registro de
voz (que abarcaba cinco octavas), su belleza y exotismo.
La crítica la ha elogiado desde el principio
con comentarios como “es la más grande revelación de nuestros tiempos” (diario
La Prensa, 1943, Argentina); “los problemas de nuestro mundo moderno son
olvidados a través de su mágica y divina voz” (diario O‚Globo, 1944, Brasil) y
“ella introduce a un tipo de autohipnosis cuando canta” (diario Los Ángeles
Times, 1951, Nueva York).
Yma Sumac falleció en Los Ángeles tras obtener una estrella en
el Paseo de la Fama, el 1 de noviembre de 2008.
Fue enterrada en Hollywood, California,
donde ella vivió sus últimos 60 años de su vida.
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