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martes, 16 de diciembre de 2014

VAPOR DE MEMORIA




Como el tiempo y todas sus metáforas, la memoria del frío se queda detenida en un recuerdo inventado donde los objetos son mundos que brillan con la luz diminuta y helada de sus nombres, dormidos en el vacío que dejan las palabras.
Madam Ainielle manifestó, desde muy pronto, un enorme talento para la desventura. La infelicidad le alcanzaba como una pedrada, día sí, día no, y la recibía con un suspiro resignado.
Va para quince días que tiene el alma presa en otro cuerpo y aún no se ha conformado. Más de medio siglo vistiendo la piel de una pesadilla para despertar en esta otra. Leve y lenta arrastra su equipaje y el nuestro, su disfraz de rutina y un atlas oxidado. Leve y lenta, queriendo imaginar el sueño que traspasa los párpados cerrados de un viajero.
Quizá lo más auténtico sea el pórtico severo de esta ventanilla, donde viaja apoyando la sed y la mirada. Quizá sea el tono mugriento y ahumado que anida el cristal, haciéndola centinela como una luciérnaga.
Quizá lo más auténtico, lo más inimitable de una genuina aristócrata, sea el bufón deforme que lleva dentro. Quizá la expresión frágil sea sólo in disfraz y en sus maletas quepan todas las historias.
El Duque, cuya pipa ocasionaba eclipses y con su sonrisa encendía los pitillos. Y ese pianista airoso vestido de blanco que con sus melodías mitigaba la pobreza.
Las piezas de marfil suenan sobre un tablero de ajedrez, en una partida aplazada por la melancolía. y en los vagones hay ojos, alas de mariposa que buscan un atril donde poder abrirse.
Y Ainielle, sí, Ella, con el desdoblamiento emocional y un rostro acostumbrado a la tiniebla piensa en vosotros o fabrica un conjuro contra las pesadillas. Solía también mezclar vuestros nombres en su agenda.
Aún recuerda a aquel extraño niño cuyo ofrecido cuerpo parecía un radar; aquel que vivía en su calle con los traumas de la infancia escritos en sus maneras.
Hay personas que hacen ruido en nuestro corazón y cuya ausencia intacta se convierte en un convenio que firmamos con los sueños. Hay personas  que nunca sabrán por qué  en su nombre todo suena aún peor.
Encañonada por los ojos en penumbra del sicópata piensa en que esa mirada es tan oscura porque oculta miserias y ella imagina que la suma de todo cuanto amó alguna vez se refleja en los gestos de sus manos.

Cierto hechizo lunático mal llamado tentación la saca de su órbita y la lleva hacia la luz como un trineo tirado por mariposas. Quisiera poner una conferencia con la mente de esta mujer para que no acabe nunca el encuentro, quisiera evadirme junto a ella llevando el camuflaje de lo extraordinario en los detalles. Todo parece el preludio de un encuentro decisorio, la luz pesa de tal modo que arde en la cuenca de sus ojos, su imaginación y su pensamiento parecen ese humo azul que sale de entre los raíles. Algo invisible está pasando mientras el bostezo de la luna peina el bosque y despeina el semblante aureolado de quien lleva el destino escrito en un billete de tren.
Duele lo que resiste en tu memoria: ese lento flash-back en la espiral del tiempo. Duele lo que refleja tu mirada. La memoria no es más que una pequeña prueba de paciencia. Porque se acerca el pasado por la espalda, porque te asusta vivir y sabes que no habrá más calles de salida que la puerta de atrás que es recordar; corre hacia la luz por las grietas del tiempo, o de la voz, o de la vida…
  

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